- Ágora
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Artículo principal : Hipatia
La historia se desarrolla en un mundo casi legendario, prácticamente olvidado por el mundo del cine, una época y un lugar únicos, Alejandría, Egipto, 391 d. C., durante el Bajo Imperio romano, crisol de las antiguas culturas egipcia, griega y romana.
La ciudad fundada por Alejandro Magno contaba con el Museo de Alejandría (templo de las Musas dentro del que se encontraba el Serapeum (con su biblioteca o segunda Biblioteca de Alejandría y con la Columna de Pompeyo ), el Cesareum, la Vía Canópica (vía que atravesaba Alejandría permitiendo la comunicación desde el ágora con el puerto -en la antigua ciudad de Canopus-) y el Faro de Alejandría, una de las siete maravillas del mundo. Un mundo que, según algunos autores, iba a quedar sepultado ante el ascenso del cristianismo como religión hegemónica frente a las otras religiones existentes (la religiones griega, romana, greco-egipcia y el judaísmo). Sin embargo, como advierte la historiadora María Dzielska, la religiosidad no cristiana no expira con Hipatia, como tampoco lo hacen ni las matemáticas ni la filosofía griegas. Hipatia de Alejandría, matemática, astrónoma, filósofa neoplatónica y símbolo de la sabiduría era considerada una figura del paganismo por los patriarcas de alejandría (el emperador romano Teodosio I, en principio tolerante con el paganismo fue después muy severo en su erradicación). Según algunos autores la muerte de Hipatia tuvo que ver con la lucha entre el poder imperial y el poder episcopal, a la que se sumaba la envidia del patriarca Cirilo, inductor del asesinato, las acusaciones de brujería y hechicería sobre Hipatia, y, finalmente, la posible acción de cristianos fanáticos, de una turba de cristianos, del populacho, o los cristianos ortodoxos del círculo de Cirilo. El crimen quedó sin castigo. Para el historiador José María Blázquez Martínez, citando a Damascio, El asesinato de Hipatia es uno de los más repugnantes crímenes cometidos por la Iglesia de la Tarda Antigüedad.
El historiador más cercano a los hechos, Sócrates Escolástico —muy valorado por su ecuanimidad—, vincula a Cirilo con el asesinato de Hipatia, al manifestar que «este suceso acarreó no escaso oprobio tanto a Cirilo como a la iglesia de los alejandrinos».
Por otro lado, aunque Gonzalo Fernández en su estudio no muestra simpatías por Cirilo de Alejandría, a quien califica de "tirano", reconoce que “ninguna de las fuentes sobre el linchamiento de Hipatia alude a la presencia de parabolani entre sus asesinos. En mi opinión, esa turba de cristianos que estaba dirigida por el lector Pedro se hallaba constituida primordialmente por marineros del puerto de Alejandría.”. Los parabolani eran los miembros de una hermandad de monjes alistados voluntariamente para el servicio, principalmente entre los enfermos, que respondían a Cirilo. Hay otras fuentes de la época que disputan la versión histórica de esta película, como son el arriano Filostorgio y el sirio Juan de Éfeso y más recientes, como los jansenistas (véase "jansenismo" Le Nain de Tillemont y Claude Pierre Goujet, entre otros.
Se ha argumentado que resulta poco verosímil que un político tan avezado como Cirilo llevara a cabo una acción tan contraproducente y que se demostró perniciosa para los intereses del poderoso patriarcado alejandrino. Christopher Haas, de la Universidad Johns Hopkins, concluye que, con las fuentes de las que actualmente disponemos, «jamás sabremos si el propio Cirilo orquestó el ataque, o si, al igual que en la agresión contra Orestes, ciertos partidarios se decidieron unilateralmente a luchar en favor del patriarcado».
María Dzielska apunta, sin embargo, que, incluso si el crimen sucedió a sus espaldas, Cirilo debe ser considerado responsable en gran medida, por ser el instigador de la campaña contra la filósofa, como medio de combatir al prefecto imperial y su facción política, contraria a los excesos del Patriarcado.